La Fundación Colombia con Memoria, es una organización creada por las familias de las víctimas del atentado del avión de Avianca, ocurrido el 27 de noviembre de 1989 y en el cual perdieron la vida 107 personas, y reune a otras víctimas del narcoterrorismo en Colombia. Como lo enuncia su nombre, la fundación busca contribuir a la reconstrucción de la memoria del país, a partir de la reconstrucción de los hechos que han ocurrido en el país, de tal manera que permita la visibilización de sus víctimas y la concientización de los colombianos. Creemos firmemente en la reconciliación, en que la vida puede darnos la oportunidad de subsanar el pasado, para construir el futuro.
A través de la Fundación hemos liderado proyectos como “Los sabores de la reconciliación”, con el que quisimos demostrar que la reconciliación si es posible, en el cual, junto a la Cámara de Comercio de Bogotá, la Unidad para las Víctimas y la ARN, logramos juntar víctimas y personas en proceso de reintegración, para lograr que cocinaran juntos, al tiempo que contaban sus historias y se realizaba un ejercicio de pedagogía sobre el acuerdo realizado entre el Gobierno Nacional y las Farc.
En la actualidad nos encontramos realizando el informe que se presentará a la Comisión de la Verdad, el cual abordará el rol del narcotráfico y en el narcoterrorismo en el marco del conflicto armado, pero desde una mirada desde el atentado al avión de Avianca, el cual aspiramos entregar en marzo del 2020.
Atentado avión de Avianca
¿Cómo explicar la explosión de un avión comercial en pleno vuelo? Esa es la pregunta alrededor de
la cual 107 familias tuvimos que seguir los titulares de prensa, que rápidamente se concentrarían
sobre una sola hipótesis, la de un atentado terrorista ordenado por Pablo Escobar Gaviria para
acabar con la vida del entonces candidato presidencial Cesar Gaviria Trujillo. ¿Por qué Pablo Escobar
sabía que en el avión viajaría el candidato?
Para dar paso a la respuesta de esta pregunta, habría que comenzar por comprender dos aspectos
importantes, el primero esta relacionado con el contexto y los hechos que motivaron el atentado al
avión, y segundo, la manera cómo se encontraba estructurado y operado el DAS para entonces.
Para 1989 el doctor Luís Carlos Galán, ya se perfilaba como virtual ganador de la contienda electoral,
quien primero se sometería a una consulta liberal con otros precandidatos como Hernando Durán
Dussán, Ernesto Samper Pizano, Alberto Santofimio Botero, William Jaramillo Gómez y Jaime Castro
Castro, para posteriormente medirse a otros candidatos como Álvaro Gómez Hurtado, Bernardo
Jaramillo Ossa, Rodrigo Lloreda, Regina Betancourt, Claudia Rodríguez de Castellanos y otros seis
candidatos.
Sin embargo, la oleada de violencia del narcoterrorismo se incrementó, y al homicidio de Jaime
Pardo Leal, se sumaron la de otros tres candidatos presidenciales, que continuó con la muerte del
doctor Luís Carlos Galán (1989), seguida con la de Bernardo Jaramillo Ossa y Carlos Pizarro, en 1990.
Un año en el que la actividad política fue el blanco de los ataques por parte del cartel de Medellín.
En entrevista con el Coronel Homero Rodríguez, este afirmó que entre 1989 y 1990 se presentaron
las siguientes acciones terroristas contra algunos candidatos y políticos:
Mayo 3 de 1989: Es asesinado José Antequera en el aeropuerto El Dorado.
Agosto 18 de 1989: Es asesinado Luis Carlos Galán en Soacha.
Marzo 1990: Se neutralizó un atentado contra Cesar Gaviria a su regreso de Estados Unidos en el
aeropuerto El Dorado.
Marzo 22 de 1990: Es asesinado Bernardo Jaramillo en un atentado en el Aeropuerto El Dorado.
Abril de 1990: Se neutralizó una accion terrorista contra Cesar Gaviria en Cartagena.
Abril 26 de 1990: Es asesinado en un vuelo de Avianca, en la ruta Bogotá – Barranquilla, Carlos
Pizarro, uno de sus escoltas neutralizó al atacante.
Mayo 1990: Mediante actividad inteligencia de la División de Avanzadas se neutralizó un atentado
contra doctor Antonio Navarro Wolf .
Tras la muerte de Galán, el candidato Cesar Gaviria asumió las banderas del nuevo liberalismo y con
ellas, recayeron sobre él los principales riesgos de seguridad. Según Rafael Pardo Rueda, en su libro
“De primera mano. Colombia 1986-1994 entre conflictos y esperanza”, asegura que para entonces
“los candidatos se movían acompañados por nubes de escoltas, compuestas por miembros del DAS,
el Ejército y la Policía” (Pardo; 1996). De acuerdo con el Coronel Homero Rodríguez, quien para
entonces se desempeñaba como jefe de la División de Seguridad de Instalaciones y Avanzadas del
DAS:
La escalada terrorista sin precedentes que afrontaba el país representada en asesinatos, secuestros,
extorsiones, amenazas, bombas ejecutados por la delincuencia común, delincuencia organizada,
autodefensas ilegales de extrema derecha y grupos subversivos obrando de manera independiente
o concertada llevó a que el director del DAS propusiera la reorganización de la institución, la cual se
plasmó en el Decreto 512 del marzo 30 de 1989 y se oficializó el 31 de octubre del mismo año.
Al término de mi comisión en el Comando General, teniendo en cuenta mi experiencia en el Ejército
en la parte de Operaciones Especiales y docencia, se me encomendó la misión de organizar una
División Antiterrorista que se llamó División de Seguridad y Avanzadas, orgánica de la Dirección de
Protección que reemplazó a la División de Orden Público.
Esta se conformó con capacidad para realizar operaciones de protección en todo el territorio Nacional
apoyando a las seccionales y demás fuerzas de seguridad en el manejo de eventos y reuniones
importantes, seguridad de VIP y dignatarios colombianos y extranjeros y de igual forma apoyar a la
División de Seguridad de Personas encargada del primer anillo de seguridad o escolta de los
protegidos. La División de Avanzadas era el equivalente a las AFEAU (Agrupación de Fuerzas
Especiales Antiterroristas Urbanas) del Comando General de las Fuerzas Militares o una Fuerza de
Despliegue Rápido.
La instrucción y capacitación del personal y equipamiento se hizo con el apoyo de los Gobiernos de
Estados Unidos, Inglaterra, Canadá y Francia su primera misión Internacional fue en la Cumbre
antidrogas de Cartagena (1990) con la presencia del Presidente George W Bush de los Estados Unidos
y los Presidentes de los países Bolivarianos, bajo el Control Operacional de la Fuerza Naval del
Atlántico y en apoyo a la Seccional Bolívar del DAS. La División se desplazó en un avión Hércules C-
130 de la FAC. El CGFM envió para el evento las AFEAU (Rodríguez; 2019)
Según el Coronel Homero Rodríguez, a cada candidato presidencial se le asignaba un esquema de
seguridad a partir del nivel de riegso y amenaza de la persona a proteger, así:
durante la reorganización se recomendó que los protegidos del DAS tuvieran una escolta similar de
acuerdo al cargo y nivel de amenaza, para los candidatos presidenciales se recomendó una escolta
tipo “F” tres conductores, 11 escoltas, tres motociclistas, tres vehículos, uno de ellos blindado para
el personaje, tomando como guía los protocolos de Escoltas Militares.
Además se recomendó que cada candidato presidencial tuviera un oficial de enlace de la Policía
Nacional para facilitar las coordinaciones y se sugirieron algunas medidas de seguridad entre otra
evitar las rutinas, adelantar sus avanzadas y contra vigilancias, no viajar en vuelos comerciales para
disminuir el nivel de riesgo y exposición de los personajes, tomando como guía los Protocolos del
Servicio Secreto de los Estados Unidos, Los Marshals y la experiencia en Colombia.
Las escoltas de personajes de la UP y M-19 eran mixtas y contaban con unidades de la Policía, DAS y
personal del respectivo movimiento, para garantizar de una manera más efectiva la seguridad de
estos por autorización del Gobierno (Rodríguez; 2019).
En el caso del entonces candidato Cesar Gaviria, el esquema de seguridad se surtían ciertos
protocolos especiales como:
Cuando el personaje (candidato) se desplazaba a otra ciudad previamente viajaba un personal para
la avanzada y con el personaje viajaban los demás miembros del esquema (primer anillo de
seguridad) seleccionados de acuerdo con las circunstancias y siguiendo los protocolos establecidos.
La escolta de los diferentes candidatos presidenciales era apoyada por la correspondiente Seccional
del DAS en el sitio de destino, la Policía Nacional y Fuerzas Militares.
En cuanto al candidato Cesar Gaviria, cumpliendo el Plan Especial emitido por la Dirección del DAS:
Por razón de la Altísima situación de Riesgo y Amenaza, la División de Avanzadas bajo mi mando se
desplazó en Avión Hércules C-130 de la FAC a la Ciudad de Bucaramanga, donde se realizaron las
Operaciones de Protección bajo el Control Operacional de la Quinta Brigada y a Cartagena Control
Operacional de la Fuerza Naval del Atlántico.
La División también participó en las Operaciones Protectivas con motivo de la Concentración Política
realizada en Soacha, bajo control Operacional de la BR13 y con el apoyo de una Compañía
Mecanizada de la Escuela de Infantería y el cierre de Campaña en Bogotá Coliseo Cubierto “El
Campin” (Rodríguez; 2019).
Es así como el candidato Cesar Gaviria adelantaba una campaña de alto riego y amenaza, por ser
quien encarnaba los principios del candidato asesinado, Luís Carlos Galán Sarmineto, lo que le
representaría heredar a los enemigos en cabeza de Pablo Escobar y el Cartel de Medellín. De esta
manera, Gaviria y Maza Márquez, se convertirían en los principales blancos de los capos
antioqueños. Previo al antentado al avión de Avianca, el entonces director del DAS ya se había
convertido en objetivo de varios atentados fallidos por parte del Cartel de Medellín, según el propio
General Maza Márquez, ejecutaron cinco atentados contra su vida,
le voy a hacer un breve repaso de cinco situaciones que demostrarían que yo era el enemigo número
uno de Pablo Escobar. El primer atentado que le hicieron a mi familia fue contra un hermano médico,
en Santa Marta, cuya casa fue atacada a tiros. El segundo fue a través de un libro que me enviaron al
DAS. Los encargados de explosivos detectaron que era una bomba, pero no tomaron las medidas y
perecieron. Si me estalla a mí vuela todo el noveno piso del DAS, conmigo también. El tercero fue el
ataque con el carro bomba en la calle 56 con carrera séptima en Bogotá que dejó ocho muertos y del
cual me salvé de milagro ese 30 de mayo. El cuarto contra edificio del DAS, que todo el mundo conoce,
con más de 60 muertos. El quinto hubiera sido el peor del mundo porque a las siete pasadas de la
mañana colocaron un camión lleno de papel higiénico, casi enfrente de mi casa. Un escolta observó
la situación y alcanzó a ver una mecha que prendía; a esa misma hora entraban centenares de niños
al Liceo Francés. El vehículo estaba cargado de explosivos. Se pudo abortar el atentado. Bueno, el
hijo de Pablo Escobar en su libro escribe que es imposible que el general Maza fuera amigo de su
padre pues este lo odiaba tanto hasta el punto que estuvo buscando a la enfermera que lo atendía,
cuando estuvo enfermo, para envenenarlo (Las2Orillas; 2017)
De esta manera, el fallido intento de acabar con la vida del General Maza Márquez, cuando explotó
el carro bomba en la carrera 7 con 56, motivó una reunión de los jefes del Cartel de Medellín. En su
libro “Mercaderes de la muerte”, Torres sostiene que hacia la tercera semana de julio de 1989, Pablo
Escobar, Gerardo “Kiko” Moncada, Albeiro Areiza, alias “El Campeón” y Gonzalo Rodríguez Gacha
se reunieron en la finca “El Cedro”, ubicada en el Magdalena Medio, entre los ríos El Oro y Cocorná
Sur del corregimiento El Prodigio, del municipio de San Luís de Antioquia. En aquella reunión,
Rodríguez Gacha, les explicó a sus socios las razones por las cuales el general Maza Márquez habría
sobrevivido al atentado del 30 de mayo, las cuales le atribuían a la poca dinámita que se habría
destinado para este hecho (140 kilos). Así que acordaron que la mejor manera de garatizar la
materialización de la muerte del director del DAS, era haciéndolo mientras que este se encontrara
en su oficina. Al finalizar aquella reunión, Pablo Escobar le preguntó a “El Arete” si se le medía a la
vuelta del DAS y así le designaron la responsabilidad de coordinar el atentado a Carlos Mario Alzate,
alias “El Arete”, en el que utilizarían 10 toneladas de dinamita, para lo cual se puso en contacto con
uno de sus hombres de más confianza, Darío Usma, alias “Memín”, quienes a su vez contactarían a
Germán Darío Posada, alias “Carro Chocao”, Eugenio León García, alias “El Taxista”, Gonzalo Marín,
alias “Chalito” y Guillermo Alonso Gómez Hincapié, para llevar a cabo este atentado terrorista
(Torres; 1995; pp. 201 a 206).
Mapa No. 1 – Corregimiento de El Prodigio
Para la primera semana de noviembre, los capos volvieron a convocar a segunda reunión en Puerto
Triunfo, a la que asistieron Pablo Escobar, Gerardo “Kiko” Moncada, Albeiro Areiza, alias “El
Campeón” y Gonzalo Rodríguez Gacha, con el fin de revisar los avances de la planeación del
atentado contra el DAS. En aquella reunión “El Arete” les presentó los avances del atentado al
edificio del DAS, y dio parte de haber logrado reunir nueve de las 10 toneladas que se utilizarían, las
cuales estaban en una bodega en la Calle 2A Sur No. 19-63, en el sector de San Antonio de la ciudad
de Bogotá. Adicionalmente, durante la reunión todos manifestaron su preocupación sobre la
posibilidad que Gaviria ganaras las elecciones, lo cual los llevó a tomar la decisión que acabar con la
vida del entonces candidato liberal, y que para ello la forma más efectiva para acabar con su vida,
era poniéndole una bomba en un avión.
Mapa No. 2 – Magdalena Medio, muicipios de Puerto Triunfo y Puerto Boyacá
Según el periodista Juan Carlos Giraldo, quien asegura en el libro “De Rasguño y otros secretos del
bajo mundo”, los delincuentes al servicio de Pablo Escobar, habrían recogido información de
inteligencia que les permitía concluir que el vuelo sería abordado por el principal objetivo militar del
Cartel de Medellín, Cesar Gaviria. En la declaración realizada el 2 de julio de 1993 ante la Fiscalía,
“El Arete” afirmó que Dario Usma había llegado con información muy valiosa sobre los movimientos
del candidato Cesar Gaviria, por lo cual esa noche en Puerto Triufo, a puerta cerrada Pablo Escobar,
“El Arete” y “Memín”, finiquitaron los últimos detalles que les permitiría llevar a cabo el atentado.
Esta información motivó a Pablo Escobar a ofrecer un millón de dólares para que realizaran el
atentado contra el avión de Avianca, y así acabar con la vida de Cesar Gaviria, tarea que fue asumida
por sus dos hombres de confianza.
“El Arete”, quien había sido entrenado junto a John Jairo Velásquez Vásquez, alias “Popeye” y otros
sicarios, por Jose Ignacio Zabala, alias “Cuco”, familiar de “Pinina”, y uno de los seis lugartenientes
del Cartel de Medellín entrenados por Miguel, el experto en explosivos de la ETA, asumió la
responsabilidad de planear el atentado.
El Cartel de Medellín conservaba una estructura jerarquizada, dentro de la cual se visibilizaban tres
tendencias a su interior, las cuales fueron descritas por un testigo identificado como “El Testigo No.
45” dentro del proceso del crímen de Bernardo Jaramillo. Según él, a pesar de la afinidad del jefe
del Cartel de Medellín por los movimientos de izquierda, prevalecía una alianza narcoanticomunista:
La de Fidel Castaño, que combatía a la guerrilla por convicción; la de Rodríguez Gacha, que también
combatía a la guerrilla por las mismas razones, pero “combatía directamente, tenía su propio ejército
paramilitar; en cambio las acciones de Fidel eran concebidas como un trabajo mucho más amplio a
nivel de inteligencia, no era importante matar a un guerrillero, lo importante era matar al jefe, a lo
que producía los guerrilleros”. La tercera tendencia era la de Escobar, que era más cercana a la
izquierda, buscaba de aliada a la guerrilla, asemejarse a ella para que le dieran un tratamiento
especial como a ella le habían dado con las negociaciones de paz (Ronderos; 2019; pp. 193 a 194).
“El Testigo No. 45”, aseguraba que “las tres tendencias buscaban desestabilizar, mostrar poder,
intimidar al gobierno, hacer que el gobierno tuviese que negociar con una fuerza que merecía
temor” (Ronderos; 2019; p. 194) y que cualquiera de Los Extraditables que deseara llevar a cabo un
ataque dentro de su tendencia, buscaba el apoyo de uno o dos más, pero:
El método de matar, dijo 45, era siempre el “patentado por Fidel”, aunque las intenciones y
planeación correspondieran a otro jefe. Ese método incluía a Carlos, su hermano menor, como
“coordinador ejecutivo”, orquestador de todos los golpes. “Carlitos, el hermano de Fidel, era el
ejecutor práctico de los actos, no necesariamente el que disparaba… pero el que coordiaba con la
persona del DAS o con los escoltas del lugar el modo y momento de la acción” (Ronderos; 2019; pp.
193 a 194).
De esta manera, Darío Usma, alias “Memín”, siguiendo las órdenes de “El Arete”, se había dedicado
a la verificación de intinerarios de vuelo, correrías y manifestaciones públicas de Cesar Gaviria, para
lo cual no salemente visitó la sede del candidato en Bogotá, sino que viajó el 2 de noviembre a la de
Cali, ciudad en la cual consideraba que Gaviria sería más vulnerable al contar con menos protección
(Torres; 1995; pp. 268 a 269). Ante la orden de volar el avión, “Memín” le sugierió a “El Arete”, que:
si los agentes del cartel en el aeropuerto Eldorado, en Bogotá, permitían el paso de la dinamita y los
contactos del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) confirmaban efectivamente el viaje
del candidato, el atentado debía operarse desde la capital del país (Torres; 1995; p. 269).
A pesar que para entonces el DAS “solo tenía funciones de migración en vuelos internacionales, no
tenia nada que ver con el tráfico nacional” (Rodríguez; 2019), la relación entre Carlos Castaño y
Alberto Romero, además de cercana, fue determinante para la comisión de crímenes como la de
Luís Carlos Galán, Carlos Pizarro y Bernardo Jaramillo, en donde el Ministerio Público evidenció un
modus operandi similar, en el cual “se configuró la unión de narcotraficantes con agentes de las
fuerzas de seguridad del Estado” (El Tiempo; 2011), de esta manera, el DAS podía suministrar la
información de los vuelos en los que se desplazaría el esquema de seguridad de Gaviria, ya que el
nombre del candidato nunca aparecía en los listados de pasajaeros por seguridad.
A partir de este balance, “El Arete” comenzó a coordinar los aspectos relacionados con el diseño y
fabricación de la bomba:
Adquirió en un almacén de la ciudad un maletín tipo ejecutivo en nylon negro con una sutil vena roja.
Después se dirigió hacia la bodega en El Poblado. Accedió a ella por la entrada conectada con el barrio
Colombia, en la última calle de la zona industrial, junto a helados Mimo’s. Tenía permitido el ingreso
a cualquier hora desde que “Lucho” (“El Taxista”) había instalado en calidad de vigía a Martín Ignacio
Giraldo Patiño, “El Enano”, hermano de “Orejitas”.
Luego se dirigió a la poceta, haló el cordón de acero y vio abrirse la media puerta de concreto y
baldosa que ocultaba la dinamita obtenida por “Carro Chocao” con los proveedores ecuatorianos.
Retiró cinco kilos de dinamita amoniacal y salió rumbo al apartamento. Una vez dentro, colocó el
maletín sobre la mesa del comedor y alistó cuanto requería: el estopín, cuatro cables electrícos y una
batería de larga duración.
“El Arete” abrió el maletín, levantó la tapa de nylon negro que ocultaba un compartimiento secreto
en el fondo del maletín y empezó a amasar y a colocar la dinamita. Se detuvo cunado terminó de
formar una película que ocupaba casi la cuarta parte del maletín de 40 centímetros de alto por 60 de
ancho.
Después colocó nuevamente la tapa del fondo del maletín, instaló sobre ella la batería de quince
cetímetros de largo por cinco de ancho y dispuso los dos cables, uno conectado al polo de carga
positivo y otro al negativo. Entonces utilizó el interruptor y un bombillo para verificar el sistema. Más
tarde, comprobó el estado del estopín y terminó de diseñar el sistema completo.
Tomó los cables que salían de la batería y los conectó al estopín. Luego atornilló a este dos
extensiones y con extrema habilidad las pegó, en sentidos opuestos, a las paredes laterales del
maletín. Finalmente se aseguró de que ambas partes culminaban exactamente en el centro y que
conectaban sin dificultad en las patas del interruptor.
Solo dejó instalado uno de los cables y después entregó el maletín a “Memín (Torres; 1995; pp. 270
y 271)
Mapa No. 3 – Ubicación de la bodega de donde salió los explosivos para la bomba del avión.
El atentado al avión de Avianca, requería de un “Suizo” que se subiera al avión y activara el
detonador de la bomba. Según varios testimonios, Carlos Castaño en este atentado:
fue quien coordinó a los responsables, siempre en combinación con su contacto de alto nivel en el
DAS del que habló “El Testigo No. 45”. Hoy, por las confesiones de los desmovilizados, se sabe que el
contacto era el director de inteligencia del DAS, Alberto Romero (Ronderos; 2019; p.195).
Carlos Castaño era el encargado de manipuar algunos funcionarios del DAS y entrenar a los sicarios
conocidos como Suizos, que “no eran sicarios normales. Su preparación era diferente, sus trabajos
eran clasificados, tenían que ser jóvenes y solo un grupo selecto de la organización sabía de su
existencia. Actuaban solos y eran los mejor remunerados” (El Tiempo; 2001), quienes eran
engañados durante la etapa del entrenamiento. Según Carlos Mario Alzate Urquijo, alias “El Arete”,
en un testimonio rendido ante la Fiscalía en julio de 1993 afirmó que:
Esa facilidad para cometer estos actos era en complicidad con los escoltas del DAS, ya que él se los
presentaba al “Suizo” antes de cometerse el acto y les decía: “Que después de que hiciera el trabajo
estos señores lo sacarían y lo protegerían”. Luego de que él cometía el crimen los escoltas actuaban
inmediatamente dándole de baja y así quedaba todo en la impunidad” (El Tiempo; 2018)
De acuerdo con Torres, en el libro “Mercaderes de la muerte”, el reclutamiento y posterior
entrenamiento del “Suizo”, estaría a cargo de “Carlitos” y “Memín”:
El entrenamiento del “Suizo” se prolongó por varias semanas. Se trataba de un adolescente que, sin
que él lo supiera, había sido elegido por el cartel para detonar la bomba en el vuelo en que viajará el
candidato a la presidencia Cesar Gaviria Trujillo. Según explicó “Carlitos” a “Memín”, primero le
canceló al “Suizo” 50 mil pesos por cada encomineda y después, progresivamente, aumentó la suma,
cuidando, eso sí, de que jamás revasara los 100 mil pesos. Luego se encargó de conseguirle ropas de
marca y zapatos elegantes, después lo “encaletó” definitivamente […] Contactos como “Memín” y
“Carlitos” se habían hecho verdaderos profesionales en ello. Escogían a sus víctimas entre
adolescentes tímidos, sin empleo o estudio, de los cientos que pululaban en las comunas de invasión
en Medellín.
Los ponían primero a trasladar simples encomiendas:
- Mirá, llevá esta caja hasta la Loma del Chocho y las dejás ahí, pero que no se te vaya a ocurrir abrirla.
Luego, directamente, terroristas como “Carlitos” o “Memín” volvían a recoger cada paquete y
verificaban que efectivamente no hubiese sido abierto. Lo establecían a través de contraseñas
secretas que se hubiesen roto ante el menor intento de descubrir lo que había dentro de la
encomienda.
Repetían ese procedimiento una y otra vez hasta estar seguros de poder confiar en el “Suizo” y,
finalmente, los familiarizaban con una encomienda semejante a aquella que habría que resultar
mortal.
En el caso del maletín destinado a dinamitar el avión de la primera aerolínea nacional, Avianca, el
contacto de “Memín” hasta había llegado a enseñarle al “Suiso” una valija exacta (Torres; 1995; pp.
283 a 284)
El sábado 25 de noviembre, previo al atentado contra el avión de Avianca, Dario Usma Cano, alias
“Memín” recogió al “Suizo” en el lugar que le indicó “Carlitos”, y transportó la bomba, que había
sido armada por “El Arete”, hasta Bogotá en el interior de un Renault 9 (Torres; 1995; p. 285).
Una vez en Bogotá, “Memín” se acercó el domingo 26 de noviembre al Puente Aéreo de Bogotá para
comprar dos tiquetes para el vuelo 203 de Avianca del lunes 27 de noviembre, que tendría como
destino la ciudad de Cali. Estos tiquetes se adquirieron a nombre de Julio Santodomingo, tiquete
No. 134 3104125081 y Alberto Prieto, tiquete No. 134 3104125080 para ocupar específicamente las
sillas 15F y 15E.
Un atentado al interior de un avión comercial, era
sin duda un golpe de autoridad para el Cartel de
Medellín, en medio de la guerra que había
desatado contra el Estado colombiano, por ello
no sorprende que hayan escogido dos nombres
que pudieran representar el golpe que se daría
con este atentado, Julio Santodomingo y Alberto
Prieto, quienes para entonces, el primero era el
dueño de la compañía aérea, y el segundo
evocaba al nombre del primer jefe de Pablo
Escobar, un contrabandista de Medellín, más
conocido como “El Padrino”, quien lo condujo al
mundo criminal, y a quien el capo del Cartel de
Medellín, siempre reconoció como “su único
patrón” (Baquero; 2019).
Según Torres, una vez “Memín” tuvo en su poder
los dos tiquetes, regresó a la bodega en donde se encontraba el “Suizo” y le entregó el tiquete a
nombre de Alberto Prieto, mientras que él conservo el de Julio Santodomingo. Aquel fin de semana
sería recordado por la funcionaria de Avianca que atendió a Prieto y Santodomingo, cuyo testimonio
fue reconstruido por El Tiempo el 6 de diciembre de 1989:
Una funcionaria de la empresa Aerolíneas de Colombia (Avianca) se encontraba detrás de una
pantalla escribiendo los nombres de los futuros pasajeros del vuelo HK-1803.
Lo que nunca se imaginó la empleada de Avianca, es que 16 horas después de vender los tiquétes
aéreos rumbo a Cali, el Boeing 727 estallaría en el aire dejando 111 personas muertas.
A partir de ese momento, la funcionaria de tráfico aéreo de la compañía colombiana recordaría el día
anterior.
Eran las 3.00 de la tarde. Recuerda que se encontraba sola en el espacio destinado para las pantallas
que reciben los nombres de quienes hacen una reservación de el vuelo.
“Ese día dos compañeros que tenían turno conmigo no llegaron a trabajar. Por esa razón me
encontraba sola atendiendo las reservas”, recuerda la funcionaria de Avianca, que por razones de
seguridad, no quiso revelar su nombre.
Entre la multitud de pasajeros que estaban en el Puente Aéreo, dos hombres jóvenes, con apariencia
diferente de los demás pasajeros, le causó un poco de curiosidad a la operaria de la pantalla del
computador.
Pero la funcionaria se sorprendió cuando Alberto Prieto, quien extendió su brazo para pagar el
tiquete mencionó el nombre de su acompañante: Julio Santodomingo.
Al escuchar ese nombre la tiqueteadora levantó la mirada por un corto instante de la pantalla para
conocer al dueño de la empresa en la que labora desde hace varios años: Julio Mario Santodomingo.
Sin embargo, recurda superficialmente, se encontró con el rostro de un hombre jóven, vestio
informalmente y de mediana estatura quien al día siguiente cuando se presentó al counter para
reclamar su pasabordo no reportó equipaje.
Lo único que recuerda la operaria es que Prieto insistió en que le otorgara puestos contínuos: 15E y
15F.
Al día siguiente, después de la explosión, los datos falsos impidieron localizar al supuesto Julio
Santodomingo que decidió no viajar minutos antes de que el avión encendiera los motores. Era al
parecer el terrorista que colocó la bomba (El Tiempo; 1989; 8A).
Es así como el lunes 27 de noviembre, ambos se dirigieron al aeropuerto, confirmaron sus sillas e
ingresaron al avión. Una vez se encontraban abordo, Darío Usma, alias “Memín” salió del avión
asegurando que había olvidado algo muy importante, y encomendó al “Suizo” realizar la grabación
en el maletín.
A pesar de esto, con lo que no contaba los hombres del Cartel de Medellín, es que ni el candidato
Cesar Gaviria, ni los hombres de su esquema de seguridad viajarían en ese vuelo. Por un lado el
candidato había optado por viajar en vuelos privados, pero su esquema de avanzada si debía viajar
en vuelos comerciales, y por el otro, según el Coronel Homero Rodríguez, “cada semana segun el
protocolo se hacia una reunión para analizar los eventos programados para la siguiente semana,
se verificaba información actualizada sobre el área, nivel de riesgo y se daban las recomendaciones
o sugerencias del caso”, por lo cual, para el vuelo que se tenía preparado para desplazarse a la
ciudad de Cali, se optaron algunas medidas preventivas:
De acuerdo con la agenda de la campaña de Cesar Gaviria el candidato iba a viajar a Cali en avión
comercial, en su oportunidad en reunión de coordinación se recordó la conveniencia de viajar en
vuelos Chárter para disminuir las vulnerabilidades. Esto fue aceptado y por eso se salvó del atentado
contra el vuelo 203. Parte de la escolta debía viajar con él de acuerdo con los protocolos de seguridad.
Como el candidato no viajó en vuelo comercial, la escolta tampoco lo hizo pues es el anillo inmediato
de protección y debe acompañar al personaje (Rodríguez; 2019).
Así mismo, en el documental “Countdown to death” de Netflix, Miguel Silva, quien se desempeñó
como secretario general del presidente Cesar Gaviria, asegura que:
La campaña fue horrible porque de entrada quien reemplazaba a Galán, si conservaba su posición
frente al narcotráfico, que Gaviria la conservó, era el principal enemigo de Escobar y de lo que se
llamó en ese momento los extraditables […] Volaron un avión de Avianca donde iba gente de la
campaña, nosotros teníamos una gira en Cali y cancelaron unos actos de la mañana y el jefe de giras
tomó la decisión de cambiar los tiquetes de la gente para un vuelo más tarde, y el vuelo de las siete
lo voló Escobar.
Sin Gaviria, pero con el “Suizo”, el jóven Alberto Prieto, instruido en acatar órdenes a bordo, la
suerte de las 107 personas que viajarían a Cali, estaba echada y el avión a punto de despegar. Esta
situación fue confirmada por John Jairo Velásquez Vásquez, alias “Popeye”, quien aseguró en una
entrevista al diario El Tiempo, el 23 de noviembre de 2009, que:
¿El avión de Avianca?, Ese atentado fue muy fácil. Cuando el hijo de Galán le entrega las banderas
del nuevo liberalismo a César Gaviria, Pablo empieza a planear su muerte y mueve toda la maquinaria
de inteligencia. Así se entera de que Gaviria va a viajar en ese vuelo de Avianca ¿Cómo se salva? Por
el Coronel Homero Rodríguez, que después fue director de la cárcel de La Catedral, quien le dijo que
no viajara.
Y es en este contexto con el que iniciarían los últimos minutos de la historia del atentado al avión
de Avianca:
- Azafata: “Capitán, espere, perdón, estamos esperando un pasajero más, que se atendió, pero no
abordó… supuestamente el equipaje es una caja.
- Capitán: Pero no los veo bajando las maletas”.
Esa sería la última conversación registrada en la caja negra, de quienes habrían podido advertir el
fatídico desenlace, pero que muy seguramente no presentían, ni les cabría en la cabeza que dentro
del avión se encontraba sentado el pasajero que detonaría el artefacto explosivo sin saberlo y que
iba en compañía de ese aquel que “se atendió pero no abordó”.
Aquel día, Diego Bermudez, auxiliar de vuelo de Avianca, quien se encontraba como reserva 1, es
decir, como tripulante asignado en el Puente Áreo, en caso que deba reemplazar a algun tripulante
que no llegara. El lunes 27 de noviembre de 1989, Diego fue asignado al vuelo 203 de Avianca, hasta
unos minutos antes de despegar, pues lo reemplazaron por Rita Galvis. A Diego se le consultó sobre
el significado de lo registrado por la caja negra, cuando una de las azafatas le dice al capitán
“estamos esperando un pasajero más, que se atendió pero no abordó”.
Para nosotros, los de la aerolínea, es que el tipo embarcó y se bajó. Si, porque si estaba contado el
pasabordo, se bajó. Realmente yo tengo la convicción que el tipo se subió y desembarcó del avión
[…] con alguna disculpa. Eso pasaba en algunas oportunidades pero no había como la cultura
preventiba a pesar de que sabíamos que nos iba a pasar algo porque se presentía y los sistemas de
seguridad eran muy pobres. Yo no tengo la menor duda que el tipo embarcó y se bajó (Diego
Bermúdez; 2019)
De esta manera, la carga explosiva fue activada al interior del avión comercial de la aerolínea
Avianca, pocos minutos después de que la aeronave hubiese despegado de la capital. Se trataba del
vuelo que cubriaría la ruta Bogotá – Cali, con 107 personas en su interior. El avión Boeing 727 de
matrícula HK-1803, vuelo 203, había partido del aeropuerto El Dorado a las 7:11 am, pero 5 minutos
después de iniciado el despegue y a 10.000 pies de altura, ocurrió el siniestro sobre la zona rural del
municipio de Soacha, en el lugar denominado Hacienda Canoas.
Aquella mañana, mientras que el periodista Yamit Amad realizaba su programa por Caracol radio,
recibió una llamada de una habitante de Soacha, con quien se origina la siguiente conversación:
- Testigo: “Mire Yamit, yo estaba jugando basquetbol, cuando vi una estela de humo, si,
y luego vi que el avión se incendió y cayó hacia la altura de Cazucá”,
- Yamit Amad: “¿Usted dónde esta?”
- Testigo: “Yo estoy en este momento en Villa del Río”,
- Yamit Amad: “¿Y observó un avión que explotó en el aire?”
- Testigo: “No, vi una estela de humo, luego dejó una estela de llama, se fue hacia Cazucá.
No se más porque estoy bastante lejos”,
- Yamit Amat: “¿Pero el avión cayó?”
- Testigo: “Si, el avión cayó”
- Yamit Amad: “¿Es un avión grande?”
- Testigo: “No se porque yo no lo vi pasar”
En seguida, Yamit Amad se pone en comunicación con la torre de control del aeropuerto El Dorado:
- Yamit Amad: “¿Ustedes qué información tienen?”
- Operador: “Si buenos días. Mire nos acaban de llamar que al parecer cayó un avión en Soacha,
pero no tenemos ninguna información y ninguna aeronave estaba volando en esa zona”.
- Yamit Amad: Es decir, ustedes tienen como nosotros la información de testigos
- Operador: Exactamente, nos acaban de llamar por teléfono, pero no tenemos hasta el momento
ninguna aeronave que nos haya, que no haya hecho contacto con nosotros
- Yamit Amad: Y ustedes que hacen ahora luego de la denuncia que hacen los testigos
- Operador: Vamos a tomar las medidas del caso, estamos coordinando con seguridad de la
aeronáutica civil para proceder a la zona y con alguna aeronave que salga a sobrevolar la zona a
ver
- Yamit Amad: La información que recibieron señala que el avión se accidentó o estrelló en qué
lugar, en dónde
- Operador: No, nos llamaron de la Cruz Roja precisamente que un avión se había caído en Soacha,
pero no tenemos mayor información
- Yamit Amad: ¿En Soacha?
- Operador: Exactamente, en la zona de Soacha.
A esta llamada le siguieron la de otros testigos, incluso la de un testigo que aseguró haber estado
utilizando unos biniculares con los que pudo ver que era un avión de Avianca. Tras esta llamada el
programa de radio vuelve a comunicarse con la torre de control:
- Yamit Amad: Señor, la información que tienen ustedes.
- Operador: Aló, si mire. Ya en este momento salió una aeronave a sobrevolar la zona y estamos
esperando la confirmación a ver si nos pueden dar alguna información ya más concreta al respecto.
- Yamit Amad: Ustedes descartan que sea un avión comercial
- Operador: Eh, de las aeronaves que despegaron de aquí de El Dorado, todas nos notificaron vuelo
normal, el último avión que despegó fue un Fuerza Aérea con destino al norte y el avión va en vuelo
normal.
- Yamit Amad: Es decir, ustedes ya chequearon que todos los aviones que partieron esta mañana de
Bogotá, o que venían hacia Bogotá, están en pleno vuelo normal.
- Operador: Exactamente, hacia Bogotá no venía ninguna aeronave
- Yamit Amad: Y los que partieron fueron ya chequeado
- Operador: Exactamente, la mayoría ya fueron chequeado y todos están en vuelo
- Yamit Amad: Incluyendo el vuelo FAC
- Operador: Exactamente, si señor
- Yamit Amad: Entonces cual pudo ser el aparato accidentado
- Operador: Desconocemos realmente que aeronave pudo ser por eso digo que salió un avión a
sobrevolar la zona a ver si nos puede dar alguna información al respecto.
Al finalizar la llamada, Yamit Amad menciona que el programa ha estado en contacto con la División
de Policía de Bogotá, que a su vez se encoentraba en contacto con la Dovosión de Policía de Soacha,
y estos aseguraban que era una avioneta tipo Cessna que se incendió en el aire. Con el paso del
tiempo, y con las llamadas de los testigos, se establecía que el avión había caido en la zona de la
Hacienda Canoas, que este correspondía a un avión de Avianca y que había explotado en el aire.
Tras una nueva comunicación con la torre de control, se comienza a especular que muy
posiblemente la eronae accidentada era la HK-1803 de Avianca que había partido a las 07.13 con
destino a Cali.
- Yamit Amad: “A ver señor”
- Supervisor: “Si don Yamit, creemos que el avión sea muy posiblemente un 727 de Avianca, no hay
confirmación al respecto, estamos haciendo las averiguaciones”
- Yamit Amad: “¿Quien habla?”
- Supervisor: “El supervisor de turno”
- Yamit Amad: “Tiene la información que puede tratarse de un avión grande de la compañía Avianca,
ustedes por que tienen esa creencia”
- Supervisor: “Haciendo las averiguaciones, el avión salió de Bogotá para Cali y no ha hecho contacto
hasta el momento con Cali ni con el centro de control en Bogotá”
- Yamit Amad: “Es decir, ustedes han tratado de buscar comunicación con el avión. ¿Que avión es?
HK..”
- Supervisor: “Creemos que es el 1803”
- Yamit Amad: “1803 de la compañía Avianca que partió de Bogotá con destino a Cali”
- Supervisor: “Exactamente”
- Yamit Amad: “¿A que horas?”
- Supervisor: “Despegó a las 07.13”
- Yamit Amad: “¿Y es normal que ustedes traten de obtener comunicación con un avión a esta hora
estando 30 minutos en vuelo y no lo logren?”
- Supervisor: “Pues precisamente cuando no hay comunicación con la aeronave y se llama para tener
los reportes del caso, pues se comienza a tomar las medidas del caso y hasta el momento con Cali no
ha hecho ningún contacto”
- Yamit Amad: “¿Y no responde con Bogotá?”
- Supervisor: “No señor”
- Yamit Amad: “Pero ¿no podría afirmarse que es ni que no es?”
- Supervisor: “Hasta que no haya la verificación no podemos decir si es exactamente ese avión”
- Yamit Amad: “Y ustedes tiene. Alguna otra información de otra nave que haya partido de Bogotá y
no tenga comunicación con El Dorado”
- Supervisor: “No, es la única aeronave hasta el momento”
- Yamit Amad: “¿Cuántas personas viajaban a bordo?”
- Supervisor: “No sabría decirle, la compañera que tiene la lista, pero no sabría decirle cuantas
personas están a bordo”.
Con el paso de los minutos, el programa radial confirma que un avión de la Fuerza Aérea, tipo
Cessna, que seguía el mismo curso, alcanzó a observar las dos explosiones en el aire y ratificaba que
el avión era el HK-1803. Así mismo el Capitán Vásquez de la Policía Nacional confirmó que el avión
era un Boeing 727, con seis tripulantes y 101 pasajeros que se dirigía a Cali. Durante el programa los
periodistas de Caracol procedieron a la lectura del listado de tripulantes y pasajeros, con la cual
realizaron el trabajo de verificar que cada una de las personas que aparecían en la lista,
efectivamente habían abordado el vuelo. Solo un pasajero no pudo confirmarse, el de Alberto
Prieto.
Durante el programa de Yamit Amad de Caracol, Ricardo Mora de Medicina Legal hace un llamado
de urgencia pidiendo la colaboración de los familiares de las víctimas, para que trataran conseguir
de los odontólogos tratantes la carta dental de sus familiares, para que ayudara a la identificación
de las víctimas del atentado, lo cual dimensionaba la magnitud de tragedia vivida durante esa
mañana.
Una tragedia sin dimensiones, que rápidamente fue confirmada como el resultado de un atentado
terrorista, situación que con el paso del tiempo el entonces director de la Aeronaútica Civil, Yezid
Castaño, lograría explicar el descocierto nacional ante este tragedia áerea al afirmar: “yo entendía
que este tipo de actos solo ocurrían en paises donde existen fuertes odios por cuestiones religiosas
o étnicas, pero ocurrió en Colombia y fue un atentado terrorista” (Cardona; 2009; p. 382).
“Fueron los expertos de la Aeronáutica Civil quienes dieron el primer paso hacia la verdad, al
confirmar que una explosión generada por un artefacto ajeno al aparato, causó el accidente del
avión HK-1803” (González, 2010 p78). Se estimó que se produjo una segunda explosión luego de la
primera detonación, ya que los tanques de combustible estaban llenos, desintegrando el avión y
precipitándolo bruscamente hacia el suelo. Los testigos oculares en tierra también dieron cuenta de
dos explosiones en el aire, tal como ha documentado la investigación con base en los restos del
aparato1.
La magnitud de la tragedia rápidamente entró en conocimiento de las autoridades y del público en
general al divulgarse los primeros testimonios de los habitantes de soacha, que advertían de la caida
de un avión de Avianca. Según el Coronel Homero Rodríguez:
Cuando se tuvo conocimiento del posible atentado terrorista el 27 de Noviembre de 1989 el DAS
envió inmediatamente un personal de la Unidad de antiexplosivos de la División de Avanzadas y de
Policía Judicial al sitio de los hechos para apoyar el manejo de la escena, y se tomó contacto con las
autoridades responsables del manejo de la situación causada por el incidente de conformidad con
los protocolos existentes.
La Aerocivil conformó un comité para la investigación del incidente donde bajo su dirección
participaron especialistas de la fábrica del avión, Alemania, Estados Unidos, Embajada de USA en
Colombia, Avianca, Policía Nacional y DAS (División seguridad y avanzadas).
En la investigación de post explosión se presentó a la comisión la hipótesis del atentado con
explosivos debido a que testigos manifestaron haber escuchado “dos explosiones”, el avión no
impactó sino que se desintegro en el aire y el análisis de los cuerpos de las víctimas recuperadas en
el área cercana a Soacha y estudio de la evidencia recolectada.
Dentro del manejo de la evidencia de la Investigación de Post Blast se encontraron algunos residuos
de material que no pudieron ser analizados en Colombia, se solicitó la colaboración del FBI y el
resultado del estudio en sus laboratorios fue que se trataba de “Semtex” un explosivo de alto poder
utilizado en atentados terroristas en Europa y el cual detonó en el sector debajo de silla 14F. Las
autoridades judiciales competentes adelantaron la investigación correspondiente al atentado contra
el vuelo 203.
De otro lado algunos miembros del comité presentaron una hipótesis de accidente por falla técnica
o humana y esto, por procedimiento debía comprobarse o descartarse. De hecho se descartó pues
había certeza absoluta que fue una accion terrorista (Rodríguez; 2019).
1 “Hay una evidencia inconfundible de un artefacto explosivo en la cabina de pasajeros, cerca del área del piso a la altura
de la silla 15-F (González, 2010 p77). Las investigaciones posteriores, que implicaron un análisis de los restos del avión,
demostraron que se trató de un artefacto introducido por un pasajero a la aeronave. Los fragmentos del fuselaje
revelaron que la carga explosiva estuvo alojada cerca al asiento 15 F.
El hecho dejó solo víctimas mortales, “miembros de rescate de Bogotá y Soacha, entre ellos
Bomberos y Defensa Civil, llegaron al lugar con la esperanza de encontrar sobrevivientes, pero
tuvieron que resignarse a la idea de rescatar cuerpos mutilados por la explosión” (González, 2010
p77). Entre los fallecidos se encontraban tres auxiliares de vuelo, un capitán, un oficial y un ingeniero
de vuelo, junto a otras 101 civiles de diferentes procedencias y ocupaciones sociales.
Según el periodista Juan Carlos Giraldo, al cabo de seis horas de haber ocurrido la trajedia aérea, el
Cuerpo Especial de Investigaciones de la Unidad de Instrucción Criminal envió a Carrillo, un
investigador judicial experto en explosivos, quien al llegar al lugar donde reposaban los restos del
avión y los cuerpos, no dudó en dar su digtamen “fue un atentado terrorista”. Así que se acercó a
un periodista y le preguntó: “No le huele a raro, como a dulce”, a lo que el reportero le respondió
“Sí, huele como a dulce, como a gasolina dulce”, y este enseguida le replicó “No, guevón, es el olor
del explosivo plástico, del C4” (Giraldo; 2007; pp. 75-77).
El mismo día del atentado, en el cual perdieron la vida dos ciudadanos norteamericanos, el FBI
delegó a Richard Halm para que viajará a Colombia y recolectara evidencia en la escena del crímen.
Es así como el 29 de noviembre de 1989, el agente del FBI llega al país y se reune con una comisión
de expertos conformada por la Federal Aviation Administration (FAA) y de la Natiional
Transportation Safety Board (NTSB), con quienes examinaron la escena del crímen, recolectaron
evidencia, intentaron reconstruir el avión y formularon teorías sobre lo que había ocurrido (Office
of the Inspector General).
Durante su estadía en Colombia, ocurrió el atentado del edifico del DAS, al cual también acudió para
investigar y recolectar la evidencia, que junto a la del avión de Avianca, se enviaría a los laboratorios
del FBI para su respectivo análisis.
Con la confirmación del listado de la tripulación y pasajeros, el Cartel de Medellín reafirmaba que el
blanco del atentado se había salvado. Tras el fracaso de este atentado, Pablo Escobar, Gonzalo
Rodríguez Gacha, Carlos Mario Alzate y Dario Usma, se volvieron a reunir en Puerto Triunfo. Según
la declaración de “El Arete” a la Fiscalía, tuvieron que ir a dar las explicaciones de por qué había
fallado la operación, pero para los dos jefes del Cartel de Medellín era claro que la responsabilidad
no había sido de sus hombres sino de “Carlitos” y Fidel, pues:
Eran ellos quienes se preciaban de “manejar el DAS” y los que se habían comprometido a reconfirmar
la información que obtuviese Darío Usma, alias “Memín”, sobre los desplazamientos del candidato a
la presidencia, Cesar Gaviria Trujillo […] Con todo, había resultado falsa la información que él tenía,
según la cual Gaviria y 10 de sus escoltas debían viajar en el vuelo 203, rumbo a Cali, en la mañana
del 27 de noviembre de 1989 (Torres; 1995; p. 292).
Una vez ejecutado el atentado, Darío Usma se dispuso a cobrar el millón de dólares siguiendo las
instrucciones que Pablo Ecobar le había indicado, para lo cual se dirigió a la caleta en donde le darían
el dinero, pero solo le entregaron cien mil dólares, con la promesa que en unas semanas se le daría
el resto del dinero. A pesar de esto, pasó el tiempo y Usma no recibió el resto del dinero, así que
optó por enviarle un mensaje a Escobar recordándole el pago del millón de dólares (Giraldo; 2007;
pp. 89-91).
Esta situación explicaría la reacción registrada por el documental Countdown to death, en la que se
puede oir la voz de Pablo Escobar en una conversación telefónica interceptada que sostiene con uno
de los sicarios, a quien le recrimina y le dice: “Usted ayer me estaba hablando de lo del avión, si
usted lo del avión me dijo que ya lo había pagado, ¿cierto?”.
Por su parte Usma, confiado en que haría valer la promesa del pago del millón de dólares, acudió a
una discoteca con su mejor amigo del Cartel, a quien le comentó sobre sus intensiones de cobrar
ese dinero, sin contar que su amigo se levantaría de la mesa y lo delataría con quienes se habían
negado a pagarle la recompensa, es así como en minutos llegó un grupo de sicarios y atentaron
contra él, dejándolo herido e inválido. Con el paso del tiempo, Usma fue asesinado en su casa en el
barrio Fátima de Medellín (Giraldo; 2007; pp. 91-93).
En 1992, un año después de su fuga, Pablo Escobar concede una entrevista al diario El Nuevo Siglo,
la cual es transcrita por la Revista Semana, y en la cual le preguntan al entonces jefe del Cartel de
Medellín:
Revista Semana: ¿Cómo hubiera reaccionado si uno de sus seres queridos muere en ese avión de
Avianca a consecuencia de una bomba narcoterrorista?
Pablo Escobar: Esa pregunta está muy buena para que la responda el general Maza Márquez
(Semana; 1992).
El 17 de febrero de 1993, Carlos Mario Alzate Urquijo, alias
“El Arete”, se entrega a las autoridades de manera sorpresiva,
y sin consentimiento de Pablo Escobar. Su sometimiento a la
justicia se le atribuye a una gran ofensiva por parte de “Los
Pepes” y el Bloque de Búsqueda, que días antes (5 de febrero
de 1993) había dado de baja a uno de sus hombres más
cercanos, Leonardo Rivera Rincón, alias “Leo”, quien a su vez
era jefe de una banda de 20 sicarios del barrio Buenos Aires
en Medellín, junto a “El Zarco”, lugarteniente de Alzate
Urquijo.
Ese día, “El Arete”, no confieza ningún delito, solo se limitó a
responderle al fiscal regional, Fernando Mancilla Silva, “yo
vengo a someterme y a responderle a la justicia” (El Tiempo;
1993; 1A). Según Jorge Cardona, en su libro “Días de
memoria”, Carlos Mario Alzate Urquijo aceptó ante la Fiscalía
de Medellín que:
El atentado iba dirigido contra el entonces candidato a la presidencia César Gaviria Trujillo, sin
importar el riesgo de los demás pasajeros, solo que falló la información que solía tenerse del DAS […]
Fue ordenado por Pablo Escobar Gaviria, contando con la aquiescencia de Gonzalo Rodríguez Gacha
y otros jefes mafiosos, con quienes habían sostenido varias reuniones en el Magdalena Medio […] Se
hizo con la intervención de Darío Usma Cano, alias “Memín”, encargado de la compra del pasaje y de
la introducción al aeropuerto del llamado Suizo, el mentecato adiestrado para viajar con un maletín
ejecutivo, al que se le había hecho una adaptación con un mecanismo propio para que al manipularlo,
aprentando un obturador, estallase el explosivo que llevaba adentro, cuando a este se le había hecho
creer que se trataba de una grabadora […] El explosivo utilizado fue Semtex, conocido en Europa y
ampliamente utilizado por la ETA española (Cardona; 2012; p.382).
El 27 de junio de 1994, por primera vez Fidel Castaño concedió una entrevista a la revista Semana,
este hablaba sobre el caso del avión:
Revista Semana: Por esa vinculación con Escobar a usted se le ha señalado como uno de los autores
intelectuales de la voladura del avión de Avianca. La Fiscalía lo vinculó junto con Escobar a ese
proceso y recientemente ordenó su captura. ¿Participó en ese atentado?
Fidel Castaño: Mi guerra ha sido únicamente contra todo lo que me huele a guerrilla. Yo no dinamito
aviones, yo no necesito dinamitar un avión para matar un personaje. Eso indica falta de recursos
militares. Cuando se pelea convencido de que se tiene la razón y se hace con justicia, no es necesario
asesinar a 107 personas para conseguir un objetivo.
Revista Semana: ¿Qué argumentos tiene usted para desvirtuar la acusación que le ha hecho la
Fiscalía? ¿Tiene información de quién o quiénes ordenaron el atentado, quiénes lo ejecutaron y
cuáles fueron las razones para matar a 107 pasajeros?
Fidel Castaño: Para nadie es un secreto que el autor intelectual de ese terrible atentado fue Pablo
Escobar. A nadie más que a él se le hubiera ocurrido tan demencial acto terrorista. Y en cuanto a su
ejecución, la respuesta la tienen sus lugartenientes ahora recluidos, afortunadamente, en la cárcel
de La Picota en Bogotá (Semana; 1994).
El 27 de noviembre de 2001, Carlos Mario Alzate Urquijo sale de la cárcel de alta seguridad de Itagui
por pena cumplida, y a la salida es herido por un sicario que le propina dos impactos de bala, y quien
fue identificado como Carlos Alberto Giraldo Quintero, y a quien le decretaron medida de
aseguramiento sin beneficio de excarcelación.
Como se ha mencionada en esta primera parte, a la fecha, la justicia se ha reafirmado en que hubo
una estrecha relación entre el DAS, los grupos paramilitares y narcotraficantes y que en los casos de
José Antequera, Galán, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro, hubo complicidad de los escoltas
asignados por el DAS. Por esta razón vale la pena revisar cómo se encontraba conformada la
estructura del Departamento Administrativo de Seguridad para entonces.
El Brigadier General Miguel Maza Márquez quien desempeñó el cargo de Director de esta institución
entre el 23 de mayo de 1985 y el 5 de septiembre de 1991, fue el encargado de liderar
restructuración y modernización de la institución para hacerle frente a la guerra que se afrontaba
contra “Los Extraditables” (Rodríguez; 2017)
Este proceso de reingeniería se materializó con la expedición del Decreto 512 de 1989 del 13 de
marzo de 1989, en el cual el Presidente de la República “modifica la estructura del Departamento
Administrativo de Seguridad y establecen las funciones generales de la entidad específicas de sus
dependencias”, como se muestra en el siguiente organigrama:
Dentro de la estructura habían dos hombres claves que permiten comprender lo acontecido con el
atentado al avión de Avianca, el primero, Alberto Romero Otero, quien se desempeñó como director
general de inteligencia, y el Teniente Coronel Homero Rodríguez García, quien había ingresado al
DAS en noviembre de 1984, en donde se desempeñó como subdirector de la Academia Superior de
Inteligencia e Investigaciones del DAS en Aquimindia, subdirector de la Central de Inteligencia, jefe
de la Sección de Inteligencia Orgánica de la División de Órden Público y jefe de la división de
seguridad de instalaciones y avanzadas, cargo en el cual se desempeñaba al momento del atentado
al avión de Avianca, y quien nos ayudó con su testimonio a elaborar este documento.
Alberto Romero Otero, quien falleció en el 2011 durante el proceso que se le adelantaba una
investigación por sus nexos con Carlos Castaño y su responsabilidad en la muerte de Carlos Pizarro
y Bernardo Jaramillo, llevaba cerca de 35 años al servicios del DAS. Su relación con Castaño se originó
a partir de una llamada que recibe de una persona que se identifica bajo el seudónimo de “Alekos”,
un informante de alto nivel del entonces Departamento Administrativo de Seguridad – DAS quien,
bajo ese seudónimo, le brindaba información exclusiva al entonces era el director de la dirección
general de inteligencia del DAS, Alberto Romero Otero, quien aseguró en un interrogatorio
practicado el 28 de marzo de 1994 que:
a finales de 1989 se produjo una llamada telefónica de una persona que tomó el seudónimo de
“Alekos” y manifestó su intensión de suministrar información referente a los hechos terroristas que
estaban ocurriendo en el país (Aranguen; 2001)
Pero, ¿quién era “Alekos”? Sin duda un seudónimo desapercibido para el común de los colombianos,
pero que no es nadie distinto a Carlos Castaño, quien para entonces era un aliado del Cartel de
Medellín, y según él mismo fungía como informante del DAS bajo el seudónimo de “Alekos”.
Según el propio Carlos Castaño, en el libro “Mi confesión”, gracias a la información que le
suministraba al director general de inteligencia, permitió evitar:
la explosión de varios carros bomba en Medellín y Bogotá, donde ubiqué una bodega con dinamita.
Le revelé información que evitó la muerte de un candidato presidencial, entre otras denuncias que
les salvaron la vida a muchas personas, incluida la del general Maza Márquez. (Aranguren; 2001; 154)
Según Castaño, en la bodega allanada se habían preparado las bombas contra el primer atentado
contra el General Maza Márquez (30 de mayo de 1989), el carro bomba de El Espectador (2 de
septiembre de 1989), el del hotel Tequendama (29 de septiembre de 1989) y la del avión de Avianca
(27 de noviembre de 1989). (Aranguren; 2001; 155)
Sin duda, la cercanía entre el DAS y los grupos paramilitares del Magdalena Medio era clara, pues
no solamente Alberto Romero sostenía una comunicación directa con Carlos Castaño, sino que, de
acuerdo con el Magistrado Fernando Alberto Castro Caballero en la Sentencia 44321 del 23 de
noviembre de 2016, el General Maza Márquez tenía una relación cercana con el entonces
paramilitar Henry de Jesús Pérez Durán, aliado de los entonces narcotraficantes Pablo Escobar
Gaviria y Gonzalo Rodríguez Gacha, con quien coordinaron el homicidio del precandidato liberal Luís
Carlos Galán Sarmiento. De acuerdo con la Sentencia en mención, se:
estableció la convivencia de Pablo Escobar Gaviria, Gonzalo Rodríguez Gacha y Henry de Jesús Pérez
Durán para llevar a cabo el atentado contra Galán Sarmiento. Así que en desarrollo de tales
propósitos, las autodefensas del Magdalena Medio hicieron uso de “sus nexos” con Miguel Alfredo
Maza Márquez, quien como director del DAS podía brindarles apoyo en sus labores criminales,
especialmente la opción de contar con la información sobre desplazamientos, traslados y ubicación
del político.
Adicionalmente, la Sentencia resalta la relación cercana entre el DAS y las autodefensas, la cual se
evidencia en una conversación interceptada entre Luís Meneses y Maza Márquez, y de los
testimonios de Iván Roberto Duque Gaviria, alias “Ernesto Báez” y Wilson de Jesús Pérez (hijo de
Henry de Jesús Pérez Durán), quienes aseguraron que el entonces jefe del DAS facilitó la movilidad
del jefe paramilitar.
Por ahora no se han despejado todas las dudas frente los detalles del hecho y la justicia no ha
avanzado a fondo en el caso para dar con la verdad y todos los actores involucrados. En esta vía y a
pesar de las reclamaciones, los familiares de las víctimas han venido denunciando por muchos años,
la falta de una reparación estatal por la ocurrencia de este atentado. Los familiares argumentan que
el Estado debió ser garante de la protección de los ciudadanos, más teniendo en cuenta los
protocolos establecidos en materia de seguridad aérea y por eso debe responder ante los afectados.
Incluso, se ha manifestado un proceso de revictimización, cuando algún sector de la prensa insinúa
que la explosión no tenía fines políticos, sino que obedeció a fallas mecánicas de la aeronave, lo que
impide esclarecer la verdad de los hechos. A pesar de esta situación, la Fundación Colombia con
Memoria ha reunido a las víctimas, luchando porque el caso siga vigente y se lleve a la justicia.